miércoles, 26 de septiembre de 2012

Que en sus brazos me sienta una niña pequeña.

Veneno. A veces te me atragantas como esa astilla que...

"Yo no quise decir nada más, sólo le guiñé un ojo, como para que supiera otra vez, que era inútil, que yo no había cambiado de idea y que me negaba a soportar espinas clavadas en el corazón aun al precio de no sentir ya su latido"

Anton LaVey gritaría desde su tumba ¡autoengaño hipócrita!

Y esque, a veces, por mucho que nos metamos en la cabeza que ciertas cosas no nos convienen, algo te llama.

Será el poder casi ver Alemania al salir de mi jornada laboral, será, tal vez, que si el invierno viene frío quiero estar junto a ti, otra vez, como siempre, como nunca. Otra vez.

¿Y quién me iba a decir a mí que el mejor momento para capturar un cubito de hielo era pleno verano? ¿Que, después, podría escaparse entre mis dedos?

En verano, aquel verano, te derretiste y yo era aire, era humo. Veneno.

Y pasó el invierno con sus tempestades y la primavera con su calma y el verano con sus quizás y vuelve a intuirse el frío. Y no eres tu. Ni soy yo.

Hay un joven error bailoteando sobre mi cabeza.

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