domingo, 1 de abril de 2012

Juicios, prejuicios, lágrimas y millones de mantas para los incomprendidos, para aquellos que creen que el verdadero amor les encontrará al final.
Caminamos
velo entre nuestros ojos y la gente
la eterna sábana, polvo de hada,
bendita maldición estallando en mis oídos.

Dicen que amplificas,
dicen agacha la cabeza, en el fondo no duele tanto
....ella te toca el cuello y ves los gritos.

Una bañera removida, manos, cara, manos, cara,
y una jovencita poco convencional
y un microcosmos
constelación
abajo.

Una vez me escondí en unos matorrales, he vivido en los tejados mucho tiempo, también me enterraron viva y caminé por un cielo blanco. El cielo y el infierno existen, ambos aquí, con nosotros.
Cuando me escondía siempre era en espacios reducidos. Soy la niña de los armarios.

Tengo una sirena con ojos de búho que ulula a las cinco de la mañana, nadie lo sabe pero es hija de los pedazos de luna que caen cuando todos duermen o se drogan. Cuando ninguno está atento a los milagros.
Ella cayó del agujero de Alicia y, a veces, embruja con verdades y se asusta de las máscaras.

Yo le hablo a las piedras, porque soy de un duro metal, no importa que tiren rocas, que hagan muecas los niños frente a mí para verse reflejados de una forma irreal, todo rebota y deja marca en el suelo a mi alrededor. Vivo para siempre a través de vuestra maldad.

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